Pintura a la acuarela, Lloveras

Tendría que ponerse de moda que en cada casa o cualquier persona que lo desease adoptase un pintor, lo decimos así en plan coloquial. Nos referimos a interesarse por algún artista, y al menos intentar hacerse con una de sus obras, un artista de los buenos pero que no se cotizan demasiado, aunque son magníficos. Es el caso de este artista catalán: Frederic Lloveras al que podemos considerar un auténtico maestro de la acuarela. Nació en la localidad barcelonesa de San Andrés de Palomar en 1912 y falleció en en 1985 en la localidad gerundense de Tossa del Mar. 

Hallamos en la obra de Lloveras, además del gusto postimpresionista por lo cotidiano y por la incidencia lumínica, la típica desmaterialización de las formas de la que también hacen gala Guillot o Cézanne, al presentarse las figuras como esculpidas sobre la propia luz, coronadas por  detalles de color en un afán que trasciende la estética para situarse en la dimensión de la emoción, aunque sin perder la exactitud del detalle, apreciable principalmente en ventanas y otros ornamentos arquitectónicos.

Su pintura, a un tiempo tenue y compacta, se manifiesta a través de pinceladas precisas, exactas y distinguibles que, con sorprendente ligereza, impriman de expresión los ambientes dando lugar a escenas tan conmovedoras como Plaça Roja, en la que Moscú emerge ante nuestros ojos bajo la veladura de la niebla; o Vista de Londres, donde es posible observar el devenir de la vida en la capital inglesa, teñida –cómo no- de la peculiar estética de mañana invernal que caracteriza la mirada del pintor.

La pintura de Frederic Lloveras i Herrera es como un suave y plácido despertar a la belleza de lo cotidiano. Las ciudades desnudan su esencia al roce de su pincel como si este las acariciase hasta conseguir que se estremezcan. Luces, texturas y detalles exudan de cada una de las piedras empapadas por el agua de la lluvia y de la acuarela, desbordando matices y auras tan sutiles que parecen revelarse a la dulzura de su trazo como descubiertas por primera vez, como tímidas ante un primer encuentro con la mirada.

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