Desde hace años, nos hemos acostumbrado a que las tiendas, restaurantes y hoteles más vanguardistas fueran un enorme cubo blanco con suelos de madera de pino de estilo escandinavo o de cemento pulido, luz brillante y poco mobiliario. Menos es más es el principal lema del minimalismo. Se trata de tener en cuenta la proporción de las formas, los buenos materiales y eliminar las apariencias ostentosas. Aunque estos criterios, según muchos arquitectos, estén plenamente vigentes en la cultura europea, hay muchas voces que ponen de manifiesto que se avecinan cambios. Todas las tendencias parecen estar escritas en algo así como una ruleta que da vueltas y que gira según evoluciona la sociedad, pero los estilos se repiten. Hay una tendencia fuerte hacia lo ecléctico, incluso en algunos casos con un toque barroco y opulento. Son muchos proyectos los que abandonan el blanco y los colores neutros, que dejan de estar tan de moda, dando lugar a otros colores más cálidos, multicolores, e incluso dorados, con el objetivo de transmitir mayor calidez, así como utilizar detalles que recuerdan otras épocas. No se trata exactamente de un estilo barroco, a pesar de que estén de moda los terciopelos, drapeados, detalles dorados y plateados, sino de mezclar con acierto estilos con un resultado: enriquecer la decoración y no parecer excesivamente antiguo ni tampoco demasiado moderno.