La enorme paleta cromática con la que trabaja este artista la hace inconfundible. Sus obras están repletas de detalles de las calles y rincones de las ciudades que pinta. Antes de pintarlas las ha pateado durante días. Llega a usar hasta ochenta tonalidades en cada obra. Los cuadros que pinta son realistas, pero los personajes y las situaciones que se ven están imaginadas.
Jaime Díaz Rittwagen nació en Málaga en 1.941, y conserva en su segundo apellido el de sus antepasados prusianos, que llegaron a la ciudad hace dos siglos como comerciantes, atraídos por el vino moscatel que popularizó Catala La Grande de Rusia. 200 años después el apellido de este pintor sigue vivo en la ciudad, que empezó a trabajar como diseñador en la empresa de muebles de su familia.
Considerado como pintor naif, contemplar una obra suya es una manifestación de optimismo de la vida a través del paisaje, la luz y el color. La pintura no tiene porque transmitir disgustos, sino atraer la mirada del espectador hacia algo agradable. En algunas de sus obras necesita meses para poder completar todos los detalles existentes así como la multitud de personajes que aparecen en ellos. Se trata de un trabajo muy laborioso para poder completar una obra, ya que el normalmente en cualquier cuadro de Rittwagen aparecen decenas de personajes, cuando no cientos, y recrea partes muy concretas del paisaje urbano en el que esté inmerso en ese momento de creación.