Uno de los criterios para clasificar las maderas es su dureza y densidad. La densidad es la cantidad de masa por unidad de volumen. El otro criterio de dureza es muy habitual para clasificar las maderas, dependiendo de si son duras o blandas. Las maderas duras suelen pertenecer a especies de árboles donde el crecimiento es lento y el resultado es una madera a su vez densa. Las maderas blandas pertenecen sin embargo a especies de rápido crecimiento y suelen tener a su vez una densidad muy inferior.
Para hacernos una idea algunas especies pueden expotarse en 4 años, como es el caso de la madera de balsa. Otras como el eucalipto que no es precisamente de las más densas hay que esperar hasta 15 años para su explotación, más o menos lo mismo que un roble.
Las técnicas más utilizadas para clasificar por dureza son la Escala Janka, pensada específicamente para maderas y mide la fuerza necesaria para incrustar una pequeña bola metálica de 0,444 pulgadas a la mitad de su diámetro dentro de la madera. Y la otra técnica muy utilizada es el Test de dureza Brinell, que consiste en aplicar una fuerza sobre una bola de acero y medir la hendidura producida.
Las maderas muy blandas son por ejemplo la de Balsa y Samba, las blandas serían por ejemplo las de okume y pino y abeto. Entre las semiduras estaría el abedul, el iroko, el nogal, el fresno, el roble, el cerezo y el maple. Y entre las duras estaría la encina, el olivo o el wengue. Entre las muy duras se encontraría la bubinga, la jatoba o el cumaru.